Este blog pretende dar a conocer aquellos lugares y rincones de Granada algo menos conocidos por el viajero y por los habitantes de esta bella ciudad, pero que tienen un encanto especial, no quita que no se hable de los lugares más famosos de la ciudad, así como de costumbres y personajes. Patrimonio y cultura, monumentos y parajes naturales de Granada y su provincia. Todo ello con mucho encanto.
En Belicena municipio que forma las Vegas del Genil, junto con Ambroz y Purchil, encontramos junto al centro de interpretación de la vega un conjunto escultórico llamado "LOS LABRADORES", del escultor argentino Assem Al Bacha.
Assem nació en Argentina en 1948, hijo de emigrantes sirios. A los diez años volvió a Siria y estudió en la facultad de Filosofía y Bellas Artes de Damasco y posteriormente se licenció en Moscú en escultura en el instituto Superior de Artes Plásticas de Suridov. Desde el año 1981 reside en España y concretamente desde 1991 en Granada y exactamente en Purchil lugar en el que se encuentran estas esculturas.
El monumento es del año 2007 y está realizado en bronce y granito. Representa a dos labradores hombre y mujer sentados el uno junto al otro separados en la distancia pero unidos en lo cotidiano de la Vega de Granada, esperando que pase el tiempo que llegue la lluvia, el sol, el tiempo de plantar, de recolectar...etc. Es lo que siempre han hecho los mayores y agricultores de estas tierras.
Llegar a la esculturas es muy fácil pues Belicena es un pequeño pueblo y estas se encuentran justo delante de la entrada al Centro de Interpretación de la vega de Granada, que se ubica dentro de un típico secadero de los que durante años hemos visto en la Vega de Granada propiciados por el fructífero cultivo del tabaco, que sin embargo a fecha de hoy es prácticamente nulo.
Nuevamente en este recorrido que poco a poco vamos haciendo por todos los restos de las fortificaciones musulmanas que hay en la provincia de Granada, volvemos a fijar nuestra mirada en una atalaya.
Se encuentra situada en los Llanos de Magrú, una extensa porción de terreno que se encuentran al Este de Darro, y desde los que se dominan el curso del río Darro, el paso entre Guadix y Granada y con unas vistas espectaculares a Sierra Nevada.
Es una atalaya cilíndrica de época musulmana, realizada con mampostería de tamaño medio, y de la que se conservan aún una altura de 4,40 metros, aunque como vamos viendo en todo este tipo de atalayas seguramente tuvo una altura cercana a los 9 metros. El diámetro es de 3,55 metros.
Su estado de conservación es muy mal, e incluso uno de sus lados, están caído, con el consiguiente desprendimiento de piedras, y el futuro colapso de lo poco que queda en pie, tal y como también hemos vistos en restos de otras atalayas o torre.
Se puede llegar a ella fácilmente no sólo andando, sino también en bicicleta e incluso en vehículo a motor, una serie de carriles en muy buen estado pasan cerca de la atalaya, e incluso desde el carril principal sale uno que no está nada mal, que llega a la misma torre.
Una de las leyendas más
conocidas de la Granada musulmana es la del Suspiro del Moro. Granada
ha caído y los Reyes Católicos han conseguido la capitulación y
rendición de la ciudad, en la torre más alta de la Alhambra ondea
el estandarte real y una campana llevada a tal efecto tiñe con
fuerza para decirle al mundo entero que Granada es cristiana. Boabdil
el último rey de Granada sale en comitiva y abandona la ciudad
camino del exilio en tierras de la Alpujarra Almeriense,
concretamente en Laujar de Andarax, dónde se le ha concedido unas
tierras y rentas para poder vivir. En un momento dado gira la cabeza
y observa por última vez el lugar que le vio nacer, la ciudad que
amó y reinó y fue en ese momento cuando lloró y suspiró. Su madre
entonces le dijo: “Llora como una mujer lo que no has sabido
defender como un hombre”. Una frase para la eternidad y que más de
500 años después todo el mundo aún conoce.
Pero vamos a intentar
desgranar un poco más como fue ese aciago día en la vida de Boabdil
y qué ocurrió.
En primer lugar vamos a
ubicar el sitio llamado como “Suspiro del Moro”, hoy en día se
encuentra junto a la Autovía de la costa, en un punto que todo el
mundo conoce precisamente como “Suspiro del Moro”, entre los
términos municipales de Otura y Padul y célebre por el restaurante
que allí se encuentra. Es un lugar desde el que se divisa la ciudad
de Granada antes de bajar ligeramente hacia la costa. Sin embargo es
posible que este no fuera el lugar en el que ocurre dicha leyenda,
pues varias teorías indican que el camino que usó Boabdil y su
comitiva para llegar a tierras almerienses no pasaban por este punto
y sí más bien por la Sierra del Manar que se encuentro justo al
lado en los términos municipales de Dílar y Padul. Incluso hay que
se aventura a decir que verdaderamente este punto se encuentra en Las
Gabias y que de alguna manera Boabdil primero tomó dirección a
Málaga, y justo pasado el famoso torreón de esta villa se produjo
el momento comentado.
Boabdil
Las primeras crónicas
sobre este suceso o leyenda vienen de muy antiguo, siendo el primero
en hablar de ellas Hernán del Pulgar, famoso precisamente por ser
protagonista de otras de las grandes leyendas de la reconquista
cristiana la del Ave María y que en este blog ya hemos dado cuenta
de ella. Hernán Pulgar cuenta con una ventaja muy importante, y es
que vivió la reconquista de Granada y fue coetáneo a los hechos
relatados, nos cuenta Hernán del Pulgar en sus crónicas lo
siguiente:
“E como fue a su casa,
que está en la Alcazaba, entró llorando lo que él había perdido,
e díxole su madre, que pues no había seydo para defenderlo como
hombre, que no llorase como mujer”.
En esta crónica vemos
dos diferencias fundamentales con los hechos llegados hasta nuestros
días, en primer lugar ocurre dentro del recinto de la Alhambra, por
lo tanto Granada aún no ha sido tomada por los Reyes Católicos, es
decir estamos aún en el año 1491, lo que nos indica que
probablemente este hecho se produjera el mismo día en el que Boabdil
y en secreto firmó las Capitulaciones de Santa Fe, el día 25 de
Noviembre de 1491.
Boabdil en la Alhambra cuadro de Manuel Gómez Moreno
Posteriormente esta
leyenda la menciona un franciscano, fray Antonio de Guevara que
inventó la historia para deleite del emperador Carlos V durante su
estancia en la Alhambra de Granada, cuando celebraba su luna de miel
tras haberse casado con Isabel de Portugal, esto nos da la fecha del
nacimiento del relato o leyenda; 1526. Han pasado 28 años desde la
partida de Boabdil, y es probable que conociera lo escrito por Hernán
del Pulgar, pero es él, el que sitúa el hecho en el lugar erigido
entre Padul y Otura.
Al parecer y según
cuenta él volviendo desde la costa hasta la ciudad de Granada, paró
en un lugar dónde a unas cuantas leguas ya divisaba las altas torres
de la Alhambra allí un morisco que servía de traductor le contó la
historia que él plasmó en su libro “Epístolas familiares de Don
Antonio de Guevara” en el capítulo de la carta número 19 y que dicen lo siguiente:
“Otro día después que
se entregó la ciudad y el Alhambra al rey Fernando, luego se partió
el rey chiquito para tierra de Alpuxarra, las cuales tierras quedaron
en la capitulación que él las tuviese y por suyas las gozase. Iban
con el rey chiquito aquel día la reina su madre, delante, y toda la
caballería de su corte, detrás, y como llegasen a este lugar a do
tu y yo tenemos agora los pies, volvió el rey atrás la cara para
mirar la ciudad y Alhambra, como a cosa que no esperaba ya más de
ver y mucho menos de recobrar. Acordándose, pues, el triste rey, y
todos los que allí íbamos con él, de la desventura que nos había
acontescido, y del famoso reino que habíamos perdido, tomámonos
todos a llorar, y aun a nuestras barbas canas a mesar, pidiendo a la
misericordia, y aun a la muerte, que nos quitase la vida. Como a la
madre del rey, que iba delante, dixesen que el rey y los caballeros
estaban todos parados: mirando y llorando el Alhambra y ciudad que
habían perdido, dio un palo a la yegua en la que iba, y dixo estas
palabras: “ Justa cosa es que el rey y los caballeros lloren como
mugeres, pues no pelearon como caballeros”.
“Muchas veces oí
decir al rey Chiquito, mi señor, que si como supo después, supiera
allí luego lo que su madre dél y de los otros caballeros había
dicho, o se mataran allí unos a otros, o se volvieran a Granada a
pelear con los cristianos”.
Esto, pues, fué lo que
me dixo aquel morisco, y estroto día me preguntó el emperador, mi
señor, no sé que cosas de la visita, y a revueltas de otras le
conté ésta que aquí he contado, el cual me dixo estas palabras
“Muy gran razón tuvo la madre del rey en decir que lo dixo, y
ninguna tuvo el rey su hijo en hacer lo que hizo, porque si yo fuera
él, o él fuera yo, antes tomara esta Alhambra por mi sepultura, que
no vivir sin reino en el Alpuxarra. “
Fray Antonio de Guevara
viajaba camino de la ciudad de Granada proveniente de la costa,
realizando un trabajo e investigación para la corte sobre la
problemática Morisca. Es en este punto, dónde el lugar que hoy
conocemos como “Suspiro del Moro” pierde su sentido en ser el
escenario de los acontecimientos, pues las viejas rutas y caminos
pasaban por otros lugares.
Puerto del Suspiro del Moro. Fuente Tripadvisor
Tres son los itinerarios
que habían en la Edad Media y que perfectamente pudo coger Boabdil:
El primero desde Granada
a La Zubia, Dílar y por la Sierra del Manar por el sendero de “las
rajas” hasta el Padul.
La segunda ruta iría
hacia Armilla, de ahí a Las Gabias y rodeando La Malahá, giraría
hasta el suspiro.
Y la tercera ruta, la más
acorde con la leyenda, iría de Granada a Armilla, Alhendín y
finalmente Padul por el Suspiro del Moro.
La historia sigue siendo
recogida por los cronistas dedicados a recoger la historia de
Granada, Luis Mármol de Carvajal o Bermúdez de Pedraza, en ambos
casos ni mencionan el lugar exacto, ni hacen referencia al suspiro
del moro.
Es Henríquez de
Jorquera, el primero que usa el término “Suspiro del Moro”, él
escribe sus crónicas en el siglo XVII.
El catastro del Marqués
de la ensenada, ya recoge el topónimo de “Suspiro del Moro”,
como una venta a tres leguas del Padul.
Pero la historia siguió
atrapando a cuantos investigaban, leían y estudiaban los hechos
acaecidos en Granada en aquellos días de primeros de Enero del año
1492. Está claro que el único que pudo estar en aquellos momentos fue Hernán del Pulgar y que Fray Antonio de Guevara tuvo que leer
sus crónicas. A partir de este momento se produce lo que hoy
llamamos “copia y pega”, y la historia va viajando a través de
los siglos, con cierta mezcolanza entre realidad y ficción.
Juan de Echevarría en el
siglo XVII o Washington Irving en el siglo XIX, son otros de los
autores que elevan a los cielos la leyenda del “Suspiro del Moro”.
Manuel Alcántara, Pedro Antonio de Alarcón, hasta Zorrilla
siguieron engrandeciendo el cuento y relato del “Suspiro del Moro”.
Hoy en día se siguen
escribiendo libros, creando música, cuadros, espectáculos en torno
a esta famosa leyenda del Suspiro del Moro. Pero... ¿Qué ocurrió
verdaderamente?.
Obras literarias.
Difícil es saberlo y
cada investigador y estudioso del tema aporta su granito de arena en
intentar esclarecer los hechos, hemos de tomar como más cierta la
versión de Hernán del Pulgar pues estuvo en el escenario de los
acontecimientos y como más novelesca la crónica de Fray Antonio de
Guevara. Cierto es que Boabdil entregó las llaves de la Alhambra
junto a la ermita de San Sebastián, allí estaba el Rey D. Fernando,
previamente los cristianos ya habían tomado la Alhambra e izado el
estandarte rea. Boabdil salió por la puerta de los siete suelos y
descendió con su comitiva hasta la ribera del Genil. Mientras Isabel
la Católica esperaba en Armilla protegida por el ejército en temor
de una posible traición de última hora.
En la ribera del Genil
junto a un morabito hoy Ermita de San Sebastián, se hizo la entrega
de llaves, y se entonó un te deum por las tropas cristianas. Siguió
Boabdil su camino, y llegando a Armilla se encontró con la Reina
Isabel la Católica que en cumplimiento de los pactos sellados le
devolvió por fin a sus hijos.
La comitiva de Boabdil
seguiría su camino, siempre pensando que lo hace por la vía
Armilla-Alhendín-Padul, estamos en Invierno el sol se pone pronto
sobre las 16:30 horas, por lo tanto visto todo lo ocurrido ese día,
y la distancia que hay entre Granada y el Padul y la velocidad a la
que viajaría una comitiva como la de Boabdil y por los caminos de
entonces, nos hace pensar que de ser cierta la leyenda el mejor
camino y más directo sería el mencionado, de tal manera que en los
últimos instantes de la tarde y antes de que anocheciera, y desde el
punto llamado hoy en día “Suspiro del Moro” se produciría el
llanto y suspiro más famosos de la historia de Granada.
El suspiro del Moro.
Bibliografía y
Webgrafía:
Epístolas familiares de
D. Antonio de Guevara. 1618
El último suspiro del
moro que se inventó un obispo de Guadix. Gabriel Pozo Felguera. El
independiente de Granada. 4 de Febrero del 2018.
El Torreón del Lunes es
el resto arqueológico más importante de la pequeña localidad
granadina de Cájar, en contra de lo que nos puede indicar su nombre
las hipótesis y estudios más modernos parecen indicarnos que
estamos ante los restos de una estructura hidráulica directamente
ligada a la acequia de Jacín o Daravenaz, y no se trata de un
elemento defensivo tal y como se podía pensar, de hecho en el
inventario de arquitectura militar de la provincia de Granada no hay
referencias a estos restos.
Torreón del Lunes.
Probablemente estemos
ante los restos de un antiguo molino andalusí que incluso tuvo la
función de ejercer de partidor de aguas entre las acequias del pago
en el que se encuentra. Es difícil establecer la fecha de
construcción, pero los estudios realizados indican que podría
pertenecer a una primera ocupación musulmana de la zona entre los
siglos VIII y XI-XII, mucho anterior a la llegada de las grandes
dinastías que ocuparon las tierras de Granada (Zirí y Nazarí). Sin
embargo otros autores se inclinan por un elemento de época Nazarí,
quizás vinculado al rey Muhammad II. Lo que sí queda de manifiesto
es que a partir del siglo XVI, y tras la reconquista cristiana queda
en estado de ruina y así ha llegado hasta nuestros días. De hecho
es a partir de dicha fecha cuando aparece en los libros con el térmno
de “argamasón”, lo cual nos indica que estamos ante unas ruinas.
Acequia del Jacín.
En algunos mapas
topográficos del siglo XX, hemos visto como aparece con el término
de “puente romano”, un topónimo sin ningún tipo de fundamento
ni de base científica, aunque ya hemos visto en otros trabajos como
en algunas fuentes escritas se cometen errores que se van trasladando
a lo largo de los años, hasta que nuevas investigaciones ponen orden
en el caos histórico producido. De hecho se pensaba que eran unos
restos romanos pero ya incluso se mencionaba la posibilidad de que
estos restos pertenecieran a algún tipo de almarzara de aceite o
molino de trigo. De ahí algunos términos usados como “Argamazón
del Molinillo”. Bien es cierto que en Huétor Vega sí está
corroborada la existencia de una villa romana llamada Vesci.
Restos del Torreón
Es una construcción muy
particular y peculiar ligada a las antiguas almunias y alquerías
musulmanas, pero siendo el único que se conserva con sus
características en la Vega de Granada.
Los restos que se
conservan del llamado Torreón del Lunes son sólidos muros de
argamasa con un vano para el paso del agua. Contaría con una única
piedra de moler que se accionaría al paso del agua de la Acequia del
Jacín por su interior. Tal y como se desprende de las intervenciones
arqueológicas realizadas, verdaderamente es una gran obra de
construcción para un molino de pequeña envergadura y vinculado a
una almunia de nombre y reconocimiento como la de Daravenaz. El agua
una vez pasado este punto se dividía en dos ramales el del Lunes por
la mañana que llegaba a la Almunia de Daravenaz y el del Lunes por
la tarde que regaba las tierras situadas en el margen izquierdo del
río Monachil que se encuentra a escasos metros de los restos
arqueológicos.
Al fondo Huétor Vega.
Se sitúa el Torreón del
Lunes en zona de vega, concretamente cerca del cruce actual que hay
entre los tres municipios de Cájar, Huétor Vega y Monachil, a unos
cuantos metros del cauce del río Monachil, y sobre la Acequia del
Jacín. Es de forma rectangular con una longitud de 8,6 metros y una
anchura de 4,5 metros
Los muros visibles son de
fábrica de tapial de hormigón de cal de gran dureza, con un
encofrado de 0,70 metros de alto y 1,20 metros de espesor, estas
medidas las encontramos en las murallas Ziríes de Granada o en
lugares como el Castillo de Illora entre oros. El edificio de hecho
ha llegado en pie hasta nuestros días precisamente por esa solidez
de sus muros, tan sólo el vano para el paso de la acequia rompe
dicha solidez. Se entiende que para acceder a la parte superior tuvo
que haber algún tipo de escalera de madera. El cárcavo del molino
hidráulico tuvo que ser de ladrillo.
Los restos en invierno sin vegetación apenas.
Junto a los restos de
los muros se encuentran los restos de una pequeña alberca, usando
las mismas técnicas constructivas.
Obviamente los restos del
Torreón del Lunes están de alguna manera vinculados a la antigua
alquería musulmana de Cáxar, una alquería de la que apenas hay
datos escritos en las fuentes musulmanas, y que en cierto modo
empieza a tener historia a partir de la reconquista de Granada y de
la configuración de los diferentes libros y pergaminos cristianos,
los repartimientos de tierras o los libros de apeos y hábices entre
otros. Según el profesor Ángel Aguilera en su estudio del torreón
del lunes, obra que ha servido de base a esta entrada en el blog, en
el año 1506 en la relación de hábices aparece todavía la
presencia de la mezquita mayor o aljama, un horno de pan, y un molino
denominado gidid que bien pudiera ser nuestro Torreón del Lunes.
También aparecen en esos libros el nombre de los habitantes, siendo
casi todos en su inmensa mayoría moriscos con tan sólo la presencia
de unos pocos cristianos viejos.
Los restos del Torreón
del Lunes han sido puestos en valor por parte del Exmo. Ayuntamiento
de Cájar, con la colocación de un cartel indicativo, han sido
objeto de un estudio arqueológico llevado a cabo por D. Ángel
Rodríguez Aguilera y la asociación Al-Zawiya de la Zubia dedicó su
monográfico número 3 al Torreón del Lunes. Se pueden visitar pues
desde la rotonda de entrada al municipio de Cájar por la parte de
Monachil-Huétor Vega, junto al cartel de Bienvenidos a Cájar, hay
una pequeña calle asfaltada sin salida ni construcciones, de ahí
parte un pequeño sendero que en pocos metros nos lleva al Torreón,
o mal llamado Torreón, como hemos visto en estas pequeñas líneas,
y más bien se debería denominar Molino del Lunes.
Bibliografía:
Historia de Cájar. José Molina López 1996
El Torreón del Lunes de
la Alquería de Yájar. Ángel Rodríguez Aguilera. Cuadernos de
historia de La Zubia. 2018
El Castillo de Poqueira se sitúa sobre un espolón rocoso que hay justo debajo del Portichuelo, un mirador que hay a pocos metros del desvío de Pampaneira a Bubión, en la carretera que une estos pueblos del Barranco del Poqueira con Pitres. De hecho se sitúa en el límite municipal de ambos municipios.
Espolón rocoso.
El estado de lo que ha llegado hasta nuestros días prácticamente es de ruina, aunque se conservan restos de al menos dos recintos con opciones en caso de que se llevara a cabo una buena intervención arqueológica de encontrar algún que otro recinto o resto.
Estructuras de tapial.
Uno de los recintos se encuentra completamente enclavado en la roca del terreno, compuesta principalmente de pizarra y esquistos, en ella hay restos de una serie de muros y una posible torre, todo ello en tapial, esta construcción se divide interiormente en dos habitaciones.
Restos de uno de los recintos.
Otro de los elementos que aún se conservan y que es posible ver claramente sobre el terreno es su Aljibe con unas medidas de 3,45 x 3x15 metros, construido con muros de hormigón de cal, no queda ya apenas nada de la bóveda que sería de mampostería salvo parte del arranque.
Aljibe
Interior Aljibe.
El otro recinto está completamente lleno de vegetación y arboles que ocultan los restos que se puedan hallar en él, también se ha levantado sobre este espacio una gran torreta de luz eléctrica.
Vegetación y poste de luz.
La zona con los años ha ido derivando igualmente en una gran actividad agrícola y ganadera, por lo que gran parte de la mampostería y parte de las estructuras del recinto han sido usadas para la construcción de paratas y corrales, así como balsas de agua.
Restos de construcciones antiguas vinculadas a la Guerra Civil.
Durante la guerra civil española, el lugar fue un punto estratégico en la defensa del frente, en este caso en manos del ejército republicano, lo que igualmente supuso una desfiguración parcial del entorno, al usarse gran parte de los restos aquí todavía en pie como parapetos.
Se ha datado el castillo entre los siglos XI y XII, y tenía una posición privilegiada para controlar el tránsito entre los Barrancos del Poqueira, La Tahá y Sierra Nevada.
Barranco del Poqueira y Sierra Nevada.
Es visitable y desde el mismo mirador que hay en la carretera baja un pequeño sendero que nos lleva hasta el Castillo, lo mejor una vez allí es bordear el espolón rocoso por la izquierda y subir por la parte más fácil hasta los restos del Aljibe y de ahí a los restos de la torre y de las caballerizas.