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Incendio en la Casa de los Miradores 1879 |
Seguimos
nuestra andanza en este blog por esos lugares ya desaparecidos de
nuestra Granada, y en esta ocasión nos vamos a la plaza de
Bibarrambla para hablar de la Casa de los Miradores.
Antes de
entrar a hablar propiamente dicho de dicha casa desaparecida, hemos de
dedicar unas breves pinceladas a la plaza de Bibarrambla o
Bib-rambla. Esta plaza en época Nazarí era de los pocos espacios
abiertos con los que contaba la ciudad, un lugar formado de forma
natural por el Río Darro que debido a una curvatura en su curso fue
depositando a lo largo de los años arenas en este lugar, por eso
también a este lugar se le conoció como el Arenal. La plaza se
situaba cerca de la Alcaicería, de la Mezquita y de la Muralla
Nazarí y puertas tan importantes como las de las Orejas. Con la
reconquista los Reyes Católicos decidieron al tiempo que la Plaza
perteneciera al municipio y que fuera dedicada a festejos y grandes
actos públicos, naciendo así una de las grandes plazas de la
Granada del XVI.
Los Reyes
Católicos también dispusieron que una de esas casas, fuera de
propiedad municipal y que sirviera de palco para que las autoridades
pudieran disfrutar de los actos y festejos que allí se hubieran de
celebrar. De esta manera en el año 1500 ya se proyecta la
construcción de dicha casa, si bien no queda claro que se hiciera
sobre una anterior musulmana ya existente. No obstante no sería
hasta décadas después, cuando en el año 1556 empieza su
construcción a manos de Diego de Siloé que recibe tal encargo.
Diego de Siloé ya es un anciano y junto al Pilar del Toro esta es
una de sus últimas obras en la ciudad, pues falleció en el año
1563.
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Dibujo de William Gell 1809. British Museum. |
Ya en el año
1569 y todavía en construcción se usa su balconada para despedir a
las tropas que parten hacia Güejar-Sierra para aplacar la revolución
morisca.
La ejecución
del diseño de la obra estuvo a cargo del canterano Pedro de Astiazu
discípulo de Siloé en la construcción de la Catedral y el
reconocimiento corrió a cabo de Juan de Maeda. Las obras se dieron
por finalizadas en el año 1583, año en el que en el anexo arco de
las Cucharas construido a colación de la Casa de los Miradores se
colocó la siguiente inscripción:
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Alzado 1624 |
“Granada
mandó hacer esta obras siendo corregidor el muy ilustre señor D.
Francisco de Carbajal, señor de la Villa de Torrejón el Rubio, año
de 1583”.
Dos años
más tardes se colocó el balcón, siendo su traza de Leandro de
Palencia y se encargaron de fundirlos los rejeros Alonso López,
Alonso Pérez y de pintarlos Luis Carrillo.
La fachada
del edificio se componía de tres pisos separados por entablamentos
completos y con cinco arcos simétricos en cada uno de ellos, todo en
piedra de Sierra Elvira y combinada con piedra “blanca” de Santa
Pudia. Se remataba el edificio con una balaustrada en la que figuraba
el escudo real con el águila y armas de Granada.
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Proclamación de Carlos III. |
La galería
baja del edificio daba continuidad a los soportales que rodeaban la
plaza de Bibarrambla, y el arco extremo derecho comunicaba con el
Arco de las Cucharas o portillo de la Magdalena, abierto a la muralla
en 1519 para poner en comunicación la calle de los Mesones con las
nuevas carnicerías, que, junto a las pescaderías, se habían
construido para sustituir a las musulmanas, en cuyo solar se
construyeron a su vez el hospital y la iglesia de San Sebastián.
Otro de los
arcos era la entrada al inmueble. Este tenía como eje una escalera
de cierta monumentalidad, decorada con el águila imperial y un
escudo de armas realizada en el año 1624 con motivo del viaje de
Felipe IV a Granada. Entre las dependencias del edificio destacaba un
gran salón de actos en el piso principal, cubierto con techo de
artesones y una sala en la planta principal con una rica armadura
mudéjar.
La planta
baja, con pilastras áticas. La primera y segunda con medias columnas
jónicas y corintias, respectivamente, montadas sobres pedestales y
con sus correspondientes entablamientos.
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Fotografía dónde se aprecia la Casa de los Miradores. |
Precisamente
con la visita de Felipe IV se acordó ampliar el estrecho edificio y
se derribó parte de la Muralla Nazarí, hacia la calle Boteros por
Francisco de Barea. A lo largo del siglo XVIII, se realizaron
diferentes reformas en la casa, se habilitaban dependencias, se
reparó el balcón, se abrieron ventanas en la escalera para darle
luz, y se suprimió el escudo central del ático del edificio pues en
los grabados de época ya no aparece. Igualmente las barandillas de
balustres se fueron sustituyendo por sencillas rejas de hierro.
Históricamente
durante las fiestas del Corpus en la plaza de Bibarrambla se
ornamentaba con un gran monumento efímero, además de adornar toda
la plaza con arcos para simular un claustro, colgaduras,
iluminaciones, fuegos artificiales etc.. La casa de los Miradores
quedaba tapada con esta decoración, pero desde ella tocaba un grupo
de músicos y también en sus miradores se colocaban un piquete de
soldados que velaba por la seguridad.
En los casos
de los juegos de cañas o corridas de toros, también muy famosas y
concurridas en esta plaza, las autoridades usaban la Casa de los
Miradores y su balconada como excepcional palco. Las corridas de
toros duraron hasta el año 1768 cuando se construyó la primera
Plaza de Toros de Granada, cuyo restos descansan en el interior del
parking del triunfo.
La Plaza y
por ende la casa también tenían su papel en la proclamación de los
nuevos Reyes, como fueron en las ocasiones de Carlos III o Fernando
VI, donde en ambas ocasiones y junto a los faustos celebrados se
colgaron de la Casa de los Mascarones retratos con las imágenes de
los nuevos monarcas.
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Revista Ilustración. Arco de las Cucharas después del Incendio. |
A lo largo
del siglo XIX, la Casa de los Mascarones fue fue sufriendo una serie
de transformaciones y reformas que iban cambiado su fisonomía poco a
poco. Desde su uso como escuela militar a su uso por los franceses
como edificio político. También se celebró la proclamación de
Fernando VII, se pintó su fachada y la de todos los edificios de la
Plaza en color verde y blanco con una cenefa negra.
En el año
1832 se le colocó un pilar de agua, que venía a sustituir a una
vieja tinaja, y años más tardes se cegaron parte de los arcos y se
pintaron medallones y figuras. En el año 1865 hay constancia del
estado de ruina del edificio y de los espacios ocupados por los
Juzgados.
Sin embargo,
casi trescientos años de historia de un edificio acabaron el día 31
de Diciembre de 1879 en el que sufrió un grave incendio que redujo a
escombros todo su interior.
El incendio
se inició en un establecimiento de ropas que había en los bajos del
edificio. Las llamas se propagaron con voracidad por el edificio
matando a un empleado y dejando heridas a otras tres personas.
En el
incendio el archivo de protocolos notariales que se encontraba en su
interior fue igualmente totalmente destruido.
La fachada
milagrosamente se mantuvo en pie, y se podría haber conservado
perfectamente, sin embargo nuevamente ese virus “granadino” que
todo lo tira y destruyo, apareció y los restos de la Casa de los
Miradores fueron tirados, tan sólo una columna se conserva en el
Museo Arqueológico de granada. En su lugar se levantó un nuevo
edificio que todos podemos observar y contemplar hoy en día y que
alberga el Hotel los Tilos.
Así termina
la historia de este edificio y de esas balconadas que durante siglos
fueron testigo de los más grandes acontecimientos de nuestra ciudad.
BIBLIOGRAFÍA USADA:
Guía de la
Granada desaparecida. Juan Manuel Barrios Rozúa.
La Plaza de
los Miradores de Diego de Siloé. Un Palco en la Plaza Mayor de
Granada. Juan Manuel Barrios Rozúa.