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Aguadores granadinos. Fuente Patronato de la Alhambra |
Una de las imágenes más
características de Granada, es la de los Aguadores, unos
pintorescos personajes, que con sus burros y sus grandes tinajas y
vasijas ofrecían el agua más fresca y rica de la ciudad a los sedientos granadinos. Históricamente hablando el agua de Granada
era saludable y rica, pero tras la expulsión de los moriscos las
viejas conducciones y canalizaciones que traían el agua a la ciudad
si bien seguían en funcionamiento y si bien era el único modo de
llevar agua a muchos de los barrios de la ciudad, no es menos cierto
que tras tanto siglos de uso contaban con deficiencias que producía
la acumulación de detritus, que derivaban en todo tipo de
enfermedades para la población, esto dio lugar a un tipo de tifus
endémico que provocó que los granadinos no bebieran agua con origen
en los ríos cercanos y que acudieran a nacimientos cercanos. Ya en
1884 hubo en Granada una célebre epidemia, fruto de ello es el
nacimiento de los aguadores que cogían el agua de fuentes como las
del Avellano o de la Salud, la de la Culebra o de la Teja entre
otras.
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Aguador, grabado de la obra "Civitatis Orbis Terrarum". |
Curiosamente la fuente
más famosa y más usada por los Aguadores era la del Avellano, que
no deja de ser una fuente que se nutre de las filtraciones que tenía
la acequia real, la que durante siglos ha llevado el agua desde el
Río Darro hasta los aljibes de la Alhambra. Sin embargo este agua
del avellano tenía una peculiaridad, y es que al derramarse desde la
acequia a través de las laderas de la Dehesa del Generalife
atravesando el famoso “conglomerado alhambra”, una clase de
tierra arcillosa, esta se convertía en un filtro mucho más eficaz
que el de “Aqua service”. Y el agua llegaba limpia y pura a la
fuente. Junto a esta fuente otras más pequeñas y más lejanas como
las de la Salud o la Agrilla también eran usadas pero en menor
medida por los Aguadores.
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Tenderete de Aguadores en Plaza de los Aljibes. John Frederick Lewis Patronato de la Alhambra. |
“Hay aficionados al
agua de Alfacar, a la de las Fuentes de la Salud o de la Culebra, a
la del Carmen de la Fuente o a los pozos del barrio de San Lázaro;
pero los grandes grupos, como quien dice los partidarios del
gobierno, son alhambristas y avellanistas”. Esto decía Angel
Ganivet, fundador de la famosa cofradía del Avellano, un grupo de
intelectuales que se reunían en torno a esta famosa fuente para
realizar su tertulia.
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Típico Aguador granadino. Fuente: www.todocolección.net |
Los aguadores traían el
agua desde esta fuente o desde la mismísima Alhambra hasta los
granadinos que no podían desplazarse a Granada, o que por su status
social no podían dejarse ver acarreando botijos con agua. El agua
que cogían lo hacían para llenar las grandes tinajas que había en
los domicilios de los granadinos o simplemente para proporcionar un
rico vaso de agua a los viandantes aderezado por una bolita de anís.
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Aguador granadino. Fuente: Granada Gráfica |
“¡Acabaíca de bajar
la raigo ahora!
¡Fresca como la nieve!
¡de la Alhambra, ¿Quién la quiere?,
¡Buena del Avellano,
buena!”.........Angel Ganivet.
¡¡¡Ehhhh el agua!!!
¡¡¡Fresca y limpia del
Avellano!!!
¡¡¡Aterronaica la
llevo!!!
¡¡¡Agua de la Salud
para las niñas ojerosas!!!
¿Quién quiere
tiritaaaarrrr?
Eran otras de las famosas
coplillas que usaban los Aguadores para atraer a sus clientes.
Los aguadores iban
siempre con su borrico cargados con cantaras de zinc que tapaban con
vegetación para preservar el frescor. Otros sin embargo iban a pie
llevaban la cántara a la espalda y vaciaban el preciado líquido en
vasos que servían a los granadinos. Eran muchos los aguadores que
había en la ciudad y más en los meses estivales. Por supuesto no
hace falta decir que no se podía beber a morro.
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Postal de época. |
La historia de los
Aguadores granadinos viene ya de muy antiguo, en la obra “Civitatis
Orbis Terrarum”, se dice sobre Granada que “...en el espacio de
mil y veintisiete pasos nacían treinta y seis fuentes...”El Padre
Echevarría en su libro “Paseos por Granada y sus contornos” las
enumera prácticamente todas:
Algibillo, Teja, Mono,
Avellano, Salud y Oro en el río Darro; Moro, Higuera y tres agrias
del Fargue en Fajalauza; Nueva, Procurador, Rey y Gallomba en
Cartuja; Molino, Alcazaba y Aljibe Lluvia en la Alhambra; Culebra,
Santa y Bicha en el Genil, Fuentecilla en San Miguel Alto; Cien
cruces, Pulpitillo y Pozo de Santiago en Sacromonte; Piquiñote,
Cruz Torneada, San Antonio y Valparaíso en la Cruz Torneada y
barrancos; Fuente nueva y multitud de ellas sin nombre en los
Cármenes de Granada dentro de la ciudad.
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Aguadores en la Fuente del Avellano. |
En el año 1516 en la
ordenanza de Aguadores se dice:
“ Ningún aguador de
los que andan a vender agua con bestias y lo tienen por oficio, sea
osado de coger agua para vender de las acequias, ni aljibes, salvo
del aljibe grande que se dice el aljibe del Rey, y de los caños y de
los pilares y azacayas, so pena de que le quiebren los cántaros y
pague 200 maravedíes de pena, y que si no tuviere que pagar, esté
tres días en la cárcel.”
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Fuente del Avellano. |
Los primeros aguadores al
parecer aparecieron en el barrio de la Churra antiguamente llamado el
Mauror que significa “barrio de los aguadores”, porque aquí
vivían gentes muy pobres que se dedicaban a vender el agua.
Ya en el siglo XX se hizo
necesario cierta regulación, y hasta el Ayuntamiento de Granada,
publicó una serie de normativa encaminadas a la regulación del
oficio, había que hacerse un carnet y acreditar de dónde provenía
el agua, pues como todo en la vida, la picaresca hacía que algunos
siguiesen tomando el agua de las viejas cisternas del Albaicín,
germen de las históricas enfermedades contraídas por los granadinos.
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Postal de época. |
A partir de 1948 y con la
entrada del Servicio de Aguas Municipales de Granada instaurado por
el alcalde D. Antonio Gallego Burín, poco a poco el oficio de
aguador fue desapareciendo, para ser un recuerdo más de la vieja
Granada. La entrada en vigor de este servicio supuso el fin de siglos
de funcionamiento de una de las más interesantes redes de agua de la
edad media, casi todas las casas contaban con acceso a agua
corriente, con dos líneas una la potable y otra para las letrinas y
con un elenco de trabajadores y de cargos públicos que velaban por
la correcta distribución y uso de los sistemas hidráulicos.