Nos desplazamos a la
localidad granadina de Montejícar, para visitar uno de los elementos
patrimoniales más desconocidos de este municipio, nos referimos a
sus salinas. En la provincia de Granada hay tres grandes yacimientos
o explotaciones salinas de interior. Tenemos las salinas de La
Malahá, aún en explotación, las de Fuente Camacho, también en
explotación y por último están las que nos ocupan a continuación
las de Montejícar que se encuentran abandonadas.
El hecho de que haya
salinas de interior y no en el litoral marítimo como suele ser lo
más habitual, se debe a que ríos de agua dulce a lo largo de su
recorrido o bien justo desde que nacen, han pasado por grandes zonas
ricas en halitas, es decir en minerales con cloruro sódico, el agua
se carga rápidamente de estos minerales y sale salada y con un alto
contenido en sal.
Las salinas de Montejícar
se llevan explotando desde los más lejanos tiempos de ocupación del
territorio, ya eran usadas en la edad del Cobre, pero es con la
ocupación romana y posteriormente musulmana cuando alcanzan su
máximo esplendor. La sal era muy importante como moneda de cambio y
muy necesaria para el ganado y el consumo humano.
Las salinas de Montejícar
se encuentran prácticamente en el límite de la provincia con Jaén,
junto a la comarcal que lleva a Arbuniel, concretamente junto al
Cortijo de las Cañadas en el Barranco de Teatinos. Hace poco la
Junta de Andalucía las puso en valor, las adecentó, las valló,
puso carteles informativos y ya en la misma carretera tenemos un
cartel que nos indica el carril a coger hasta las Salinas. Debemos
dejar el coche junto a un gran cortijo y andar cien metros.
Para encontrar el origen geológico del
manantial, hay que remontarse al periodo Triásico, hace unos 230
millones de años. Entonces, en el borde costero de la Península
Ibérica se desarrollaban extensas áreas endorreicas y mares
someros, donde precipitaban sales como consecuencia de unas
condiciones climáticas más áridas y cálidas que las actuales.
En estos lugares también tenían lugar
la deposición de materiales arcillosos que se mezclaban con los
depósitos de sal, yesos y sulfatos en general en diferentes periodos
de regresión/transgresión marinas. Estos materiales son conocidos
de forma genérica con el nombre de facies Keuper
Hace unos 25 millones de años, los
movimientos tectónicos que dieron lugar a la formación de la
Cordillera Bética, hicieron que las unidades superiores se
despegaran de las inferiores y se apilaran unas sobre otras,
favorecidas por los materiales arcillosos del Triásico (facies
Keuper). Los materiales rocosos más resistentes (yesos, dolomías,
areniscas) que estaban integrados en la matriz arcillosa, se
fragmentan y desplazan dentro de esta. Los niveles de yesos, solubles
al agua, dan lugar a la formación de acuíferos locales cuyas
descargas se producen a través de manantiales salinos como el de la
Salina de Montejícar.
Las aguas salobres utilizadas en la
Salina de Montejícar proceden de dos pozos situados a distinta cota.
Uno de ellos, situado a media ladera, presenta fluctuaciones en sus
niveles freáticos, mientras el otro puede estar influenciado por el
acuífero aluvial del arroyo.
Una vez en el lugar nos
encontramos con dos grandes espacios, el primero de ellos cuenta con
un pozo, calentador y catorce cocederos. El agua se extraía del
pozo mediante algún sistema de polea y se distribuía en los
cocederos o balsas.
El segundo espacio
situado unos metros más arriba en el terreno, es de menor dimensión
cuenta igualmente con un pozo, un calentador y en esta ocasión sólo
seis balsas o cocederos. Junto a este espacio quedan los restos de
una antigua caseta hoy totalmente destruida que era el almacén de
sal.
El sistema de extracción
de la sal es bien sencillo, y comienza con la conducción de las
aguas del manantial hacia unas balsas para su almacén. Estas balsas,
en general, son conocidas cono calentadores, y tienen una triple
función; por un lado permiten almacenar la salmuera, por otro lado
el agua aquí aumenta su temperatura, y finalmente precipitan sales
como sulfatos de hierro y calcio.
Las cosechas de sal
suelen empezar con la llegada del buen tiempo y se prolongan hasta
Septiembre, cada cosecha dura entre 20 y 30 días.
Las salinas se encuentran
pese a la intervención de la Junta de Andalucía cerradas y
totalmente abandonadas, incluso se comenta que la puesta en valor del
yacimiento fue perjudicial, pues antes se podían aprovechar y ahora
están destrozadas, al parecer la piedra usada en la restauración
filtra el agua y por tanto la sal no se queda almacenada. Ciertamente
en nuestra visita y tal como podéis ver en las fotos está todo sin
ningún tipo de uso. Y preguntados a los dueños del vecino cortijo,
nos comentaron que por allí no va nadie haciendo visitas oficiales o
guiadas, una pena.