Translate

lunes, 2 de noviembre de 2020

La Granada desaparecida. La Casa de los Miradores.

 

Incendio en la Casa de los Miradores 1879

Seguimos nuestra andanza en este blog por esos lugares ya desaparecidos de nuestra Granada, y en esta ocasión nos vamos a la plaza de Bibarrambla para hablar de la Casa de los Miradores.


Antes de entrar a hablar propiamente dicho de dicha casa desaparecida, hemos de dedicar unas breves pinceladas a la plaza de Bibarrambla o Bib-rambla. Esta plaza en época Nazarí era de los pocos espacios abiertos con los que contaba la ciudad, un lugar formado de forma natural por el Río Darro que debido a una curvatura en su curso fue depositando a lo largo de los años arenas en este lugar, por eso también a este lugar se le conoció como el Arenal. La plaza se situaba cerca de la Alcaicería, de la Mezquita y de la Muralla Nazarí y puertas tan importantes como las de las Orejas. Con la reconquista los Reyes Católicos  decidieron al tiempo que la Plaza perteneciera al municipio y que fuera dedicada a festejos y grandes actos públicos, naciendo así una de las grandes plazas de la Granada del XVI.


Los Reyes Católicos también dispusieron que una de esas casas, fuera de propiedad municipal y que sirviera de palco para que las autoridades pudieran disfrutar de los actos y festejos que allí se hubieran de celebrar. De esta manera en el año 1500 ya se proyecta la construcción de dicha casa, si bien no queda claro que se hiciera sobre una anterior musulmana ya existente. No obstante no sería hasta décadas después, cuando en el año 1556 empieza su construcción a manos de Diego de Siloé que recibe tal encargo. Diego de Siloé ya es un anciano y junto al Pilar del Toro esta es una de sus últimas obras en la ciudad, pues falleció en el año 1563.




Dibujo de William Gell 1809. British Museum. 


Ya en el año 1569 y todavía en construcción se usa su balconada para despedir a las tropas que parten hacia Güejar-Sierra para aplacar la revolución morisca.


La ejecución del diseño de la obra estuvo a cargo del canterano Pedro de Astiazu discípulo de Siloé en la construcción de la Catedral y el reconocimiento corrió a cabo de Juan de Maeda. Las obras se dieron por finalizadas en el año 1583, año en el que en el anexo arco de las Cucharas construido a colación de la Casa de los Miradores se colocó la siguiente inscripción:


Alzado 1624


Granada mandó hacer esta obras siendo corregidor el muy ilustre señor D. Francisco de Carbajal, señor de la Villa de Torrejón el Rubio, año de 1583”.


Dos años más tardes se colocó el balcón, siendo su traza de Leandro de Palencia y se encargaron de fundirlos los rejeros Alonso López, Alonso Pérez y de pintarlos Luis Carrillo.


La fachada del edificio se componía de tres pisos separados por entablamentos completos y con cinco arcos simétricos en cada uno de ellos, todo en piedra de Sierra Elvira y combinada con piedra “blanca” de Santa Pudia. Se remataba el edificio con una balaustrada en la que figuraba el escudo real con el águila y armas de Granada.



Proclamación de Carlos III. 


La galería baja del edificio daba continuidad a los soportales que rodeaban la plaza de Bibarrambla, y el arco extremo derecho comunicaba con el Arco de las Cucharas o portillo de la Magdalena, abierto a la muralla en 1519 para poner en comunicación la calle de los Mesones con las nuevas carnicerías, que, junto a las pescaderías, se habían construido para sustituir a las musulmanas, en cuyo solar se construyeron a su vez el hospital y la iglesia de San Sebastián.

Otro de los arcos era la entrada al inmueble. Este tenía como eje una escalera de cierta monumentalidad, decorada con el águila imperial y un escudo de armas realizada en el año 1624 con motivo del viaje de Felipe IV a Granada. Entre las dependencias del edificio destacaba un gran salón de actos en el piso principal, cubierto con techo de artesones y una sala en la planta principal con una rica armadura mudéjar.

La planta baja, con pilastras áticas. La primera y segunda con medias columnas jónicas y corintias, respectivamente, montadas sobres pedestales y con sus correspondientes entablamientos.


Fotografía dónde se aprecia la Casa de los Miradores. 


Precisamente con la visita de Felipe IV se acordó ampliar el estrecho edificio y se derribó parte de la Muralla Nazarí, hacia la calle Boteros por Francisco de Barea. A lo largo del siglo XVIII, se realizaron diferentes reformas en la casa, se habilitaban dependencias, se reparó el balcón, se abrieron ventanas en la escalera para darle luz, y se suprimió el escudo central del ático del edificio pues en los grabados de época ya no aparece. Igualmente las barandillas de balustres se fueron sustituyendo por sencillas rejas de hierro.


Históricamente durante las fiestas del Corpus en la plaza de Bibarrambla se ornamentaba con un gran monumento efímero, además de adornar toda la plaza con arcos para simular un claustro, colgaduras, iluminaciones, fuegos artificiales etc.. La casa de los Miradores quedaba tapada con esta decoración, pero desde ella tocaba un grupo de músicos y también en sus miradores se colocaban un piquete de soldados que velaba por la seguridad.


En los casos de los juegos de cañas o corridas de toros, también muy famosas y concurridas en esta plaza, las autoridades usaban la Casa de los Miradores y su balconada como excepcional palco. Las corridas de toros duraron hasta el año 1768 cuando se construyó la primera Plaza de Toros de Granada, cuyo restos descansan en el interior del parking del triunfo.


La Plaza y por ende la casa también tenían su papel en la proclamación de los nuevos Reyes, como fueron en las ocasiones de Carlos III o Fernando VI, donde en ambas ocasiones y junto a los faustos celebrados se colgaron de la Casa de los Mascarones retratos con las imágenes de los nuevos monarcas.


Revista Ilustración. Arco de las Cucharas
después del Incendio. 


A lo largo del siglo XIX, la Casa de los Mascarones fue fue sufriendo una serie de transformaciones y reformas que iban cambiado su fisonomía poco a poco. Desde su uso como escuela militar a su uso por los franceses como edificio político. También se celebró la proclamación de Fernando VII, se pintó su fachada y la de todos los edificios de la Plaza en color verde y blanco con una cenefa negra.

En el año 1832 se le colocó un pilar de agua, que venía a sustituir a una vieja tinaja, y años más tardes se cegaron parte de los arcos y se pintaron medallones y figuras. En el año 1865 hay constancia del estado de ruina del edificio y de los espacios ocupados por los Juzgados.


Sin embargo, casi trescientos años de historia de un edificio acabaron el día 31 de Diciembre de 1879 en el que sufrió un grave incendio que redujo a escombros todo su interior.

El incendio se inició en un establecimiento de ropas que había en los bajos del edificio. Las llamas se propagaron con voracidad por el edificio matando a un empleado y dejando heridas a otras tres personas.

En el incendio el archivo de protocolos notariales que se encontraba en su interior fue igualmente totalmente destruido.

La fachada milagrosamente se mantuvo en pie, y se podría haber conservado perfectamente, sin embargo nuevamente ese virus “granadino” que todo lo tira y destruyo, apareció y los restos de la Casa de los Miradores fueron tirados, tan sólo una columna se conserva en el Museo Arqueológico de granada. En su lugar se levantó un nuevo edificio que todos podemos observar y contemplar hoy en día y que alberga el Hotel los Tilos.


Así termina la historia de este edificio y de esas balconadas que durante siglos fueron testigo de los más grandes acontecimientos de nuestra ciudad.




BIBLIOGRAFÍA  USADA:


Guía de la Granada desaparecida. Juan Manuel Barrios Rozúa.

La Plaza de los Miradores de Diego de Siloé. Un Palco en la Plaza Mayor de Granada. Juan Manuel Barrios Rozúa.