Cuando de pequeño se estudiaba el hombre en la Prehistoria y en especial el arte rupestre, siempre nos ponían el mismo ejemplo del bisonte de las Cuevas de Altamira, quién nos iba a decir que cuando por fin, conseguimos ir a Cantabria y a esas cuevas, iban ya a estar cerradas al público y sólo podríamos visitar una cueva réplica. Lo que nadie nos explicó en esas clases de EGB, es que en nuestra provincia había muchos claros ejemplos de arte rupestre distribuidos por muchas cuevas y abrigos situados por toda la geografía. A fecha de hoy sí es cierto que los libros de textos al ser más regionalistas, es decir los libros de texto de colegios de la Comunidad de la Junta de Andalucía, ilustran sus explicaciones y se centran más en todo lo relativo a Andalucía y sus provincias, hace que sea más fácil encontrar ejemplos y explicaciones más cercanas en el ámbito geográfico.
A través de esta entrada y de otras más que iremos haciendo bajo el epígrafe de Pinturas rupestres en la provincia de Granada, vamos a ir trayendo un pequeño compendio de aquellas pinturas y abrigos que podemos ver y visitar, si bien es cierto que tengo mapeadas y localizadas muchísimas más de las que subiré, pero son pinturas ya muy complicadas de observar, incluso, lo que en los años 80 eran restos de pintura, hoy no queda absolutamente nada por la mala acción del hombre, fogatas, mojarlas con agua para verlas mejor, o en algunos casos incluso el inexorable paso del tiempo, la erosión u otros agentes exteriores.
Las primeras de estas pinturas de las que vamos a hablar son las situadas en los tajos de Lillo en la localidad de Loja y que fueron descubiertas en Agosto del 2004 en el marco de unas actividades de orientación por la Sierra de Loja. Este hallazgo se puso rápidamente en conocimiento de la Junta de Andalucía que afortunadamente adoptó las medidas necesarias para su protección y puesta en valor.
Ya el investigador Manuel Pillecer había dejado pinceladas de la existencia de pinturas rupestres en Loja, pero sin señalar una ubicación concreta.
En los Tajos de Lillo vamos a encontrar pinturas rupestres esquemáticas como las halladas en Moclín, Zuheros o Jabalcón entre otros. Se trata fundamentalmente de figuras antropomórficas, consistentes en una especie de silueta humana simplificada con los brazos abiertos. No existen sin embargo zoomorfos y soles que sí son elementos encontrados en otras pinturas esquemáticas asimiladas a las de los Tajos de Lillo.
Los Tajos de Lillo se encuentran a 4,5 kilómetros de Loja en dirección Sur respecto del núcleo urbano, y delimitan la Sierra de Loja. Se trata de una enorme pared vertical con unos 300 metros de longitud y 50 metros de altura. Desde la zona del abrigo se tiene una amplia vista del entorno con una visual directa sobre el Monte Hacho que preside la población de Loja.
El abrigo se compone de varios paneles con pinturas esquemáticas de diverso tipo destacan especialmente las figuras antropomórficas, aunque también hay gran cantidad de manchas, curvas, ondulaciones, o zig-zags entre otras, no todas las figuras son apreciables a simple vista, y menos a la distancia desde la cual tenemos que verlas debido a las medida de protección, incluso en muchos casos, y una vez procesadas las fotos que podemos realizar es cuando vemos un mayor número de pinturas y manchas.
Los arqueólogos en los trabajos de investigación han dividido la zona en dos abrigos diferentes de pinturas y dentro del abrigo denominado Tajos de Lillo 1, han realizado una división en 17 paneles diferentes, cada panel cuenta con un número concreto y específico de pinturas que han sido fotografiadas, copiadas y estudiadas. Concretamente y en cuanto a los trabajos publicados, podemos referenciar que se han encontrado:
25 figuras antropomorfas.
42 figuras meandriformes/serpentiformes
6 figuras circulares
2 zig-zags
2 trazos en V
2 Subcuadrangular
+1000 puntos
+200 barras
+50 manchas.
Las pinturas en su mayoría han usado los dedos como medio para su ejecución, aunque también se aprecia la utilización de algún otro instrumento en otras. Los trazos son delgados y gruesos y el color predominante es el rojo con mayor intensidad en algunos trazos, y más claro en otros. Con las investigaciones realizadas y las comparativas con otros yacimientos arqueológicos de igual calibre, estamos hablando de un abrigo que va desde un Neolítico antiguo a un Neolítico medio, con una antigüedad entre el VI milenio al V milenio.
Para llegar a los Tajos de Lillo y en concreto al abrigo y contemplar sus pinturas, la mejor manera es atravesando el polígono industrial y la factoría de aguas, pero el problema estriba es que la última parte está dentro de una finca privada y vallada. Ciertamente tuve la suerte de que ese día estaban los dueños trabajando en la finca, y la cancela de entrada estaba abierta, además me indicaron, el punto exacto de una valla en la que estaba la puerta, entiéndase por puerta ese trozo de alambre que desatas de otro trozo más grande de alambre y parte de la alambrada se deja caer y puede entrar uno por el hueco. Esto es si vamos desde Loja y en coche hasta la finca privada. Me consta que otra opción es entrar por el Salar , acercar el coche a través de carriles y hacer una pequeña ruta de senderismo que transcurre paralela a los Tajos, en la que en un momento dado igualmente hay que abrir la valla exterior que protege el abrigo de los Tajos para acceder a ellos.
Bibliografía: Martínez García, Julian. Pintura esquemática rupestre en los Tajos de Lillo.