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sábado, 6 de marzo de 2021

Leyendas de Granada. El aljibe de la vieja.

 


Hace unos días, un buen amigo me comentó que tenía recopiladas unas trescientas leyendas relativas a Granada. Lo primero que le dije es que se tenía que poner a escribir un libro pero de forma inmediata, aunque él, y por su experiencia personal, me dijo que no pensaba meterse en tan ardua tarea, pues por su forma de ser y su autoexigencia personal, le supondría un esfuerzo sobrenatural.


Ciertamente y a colación de esta pequeña conservación, es cierto que Granada es una ciudad que ha dado a pie a cientos de leyendas, algunas recogidas de forma excepcional, como las que dieron como fruto el libro de “Cuentos de la Alhambra”, magistralmente escrito por Washington Irving, y otras de carácter más autóctono como las de Afán de Ribera, recogidas en varias de sus obras.





Granada es una ciudad de cuento, y una ciudad de leyenda, cuyo origen hay que buscarlo en ese cambio de ciudad musulmana que tras ocho siglos pasó a ser cristiana de la noche al día. Hay que buscarlo en esos tesoros que los musulmanes dejaron enterrados en cada uno de los rincones de esta bella ciudad, hay que buscarlo en una ciudad que fue Visigoda, fue Romana, fue Judía, fue íbera, y sin embargo una ciudad cuyo origen todavía es un misterio.


En este blog hemos expuesto algunas leyendas y nuestro deseo es seguir compartiendo todas aquellas que conozcamos, pero sobre todo que nos permitan visitar el lugar, o el espacio donde tuvieron lugar, para que así nuestro lector, pueda luego acudir esos lugares y recrear los hechos acontecidos.





En esta ocasión cogemos la Leyenda de Afán de Ribera llamada “El Aljibe de la Vieja. Leyenda que en muchos de los paseos que he realizado a lo largo de los años por el Albaicín, ha sido un recurso y un aliciente más, usado por los guías turísticos, historiadores u organizadores de paseos, para complementar la visita.


LA LEYENDA:




                                                    I


-¡Qué miedo anoche, comadre María! Apenas recé las ánimas , di tres vueltas a la llave del portón y tapé las rendijas de las ventanas con los restos de mi último zagalejo. Siquiera pude dormirme pensando si el espanto del Aljibe se introduciría en mi aposento.


Zagalejo



-¡Cómo ha de ser Joaquina! Nuestros pecados llaman a voces el enojo celeste, y estamos abocados a presenciar castigos tremendos. Bien lo dice en sus sermones el padre Benito de San Diego.

-¿Y no dice también el fraile de nuestro convento vecino que no es regular que paguen justos por pecadores? - preguntó con voz estentórea y un poco tomada por el vino , un robusto mancebo con visos de soldado.

-Callaos, hereje; más valiera que acabarais de cepillar vuestro uniforme, que se lleva todas las noches la cal de la ventana de la Dorotea.

-Pues por eso lo digo, santa...mujer. Si no hubiera lenguas maldicientes y ojos que ven visiones, no se escondería apenas mi novia el sol se pone, por miedo a vuestros romances. Pero ya se buscará medio de alentar a las mozas del barrio, y de romper las costillas a fantasmas y sus procuradores.

-Insensato judío- clamaron ambas mujeres- acercándose en ademán de arañarlo.

Y en esto hubiera venido a parar el caso, si los gritos de una porción de muchachos, precursores de la llegada de una anciana, no hubiera interrumpido el poco edificante diálogo.

-¡Qué lo cuente, que lo cuente! La tía Salvadorica lo ha visto- exclamaban las voces infantiles del concurso.

-Diga cuanto sepa, -madre Salvadora, - añadieron las mozuelas que venían sirviéndole de escolta.

Ea pues, voy a complaceros – respondió parándose en medio del ya formado corro; - dejadme me siente en esta piedra , que recuerda mis primeros años, y hagamos la señal de la cruz para que el espíritu maligno no se goce en ver cómo nos espantan los srtiunfos de sus inicuas artimaña.


Aljibe de la vieja



                                                    II


Pero antes digamos al lector dónde ocurre esta escena. Alumbrada por un sol de Mayo, tal como brilla en la poética Granada, la placeta del Mentidero del antiguo Albaicín ostentaba en el año 1640 algunos restos del esplendor de aquel populoso barrio. Oíase el monótono ruido de los telares dónde se tejían las famosas cintas con tanto aprecio recibidas en América, y las festivas coplas de los trabajadores, la vista de las mujeres haciendo sus faenas en los portales de las entreabiertas moradas, y el humo del hogar que en tranquilas espirales se elevaba a las nubes, dando un aspecto de alegría y bienestar al cuadro de aquellos pasados tiempos, cuyo contrate puede formar el curioso que recorra hoy los ya descritos lugares.

Reposó un momento la Salvadora, y notando que la concurrencia estaba pendiente de sus labios, con voz agradable, aunque temblona, dijo así:


                                                    III


- Recordaréis que hace un año que murió la poseedora de aquel huertecillo que da frente a ese pequeño callejón que conduce al escondido aljibe. La pobre María Tomillo no gozaba de la mejor reputación. Sin familia, avarienta y nada devota, todo su afecto lo cifraba en el huerto, cuyos frutales cuidaba con un esmero sin límites, y defendía furiosa de los ataques de toda esa turba que me escucha. Más de una de vuestras frentes conserva recuerdos de los guijarros que os arrojaba, y algún que otro cuerpo no quedó con hueso sano al caer precipitadamente de las tapias que franqueara en mal hora. Sobre todos los árboles, una enorme y copuda higuera gozaba de su mayor predilección. Cada vez que, al madurar el sabroso fruto, las manos profanas de los muchachos del barrio cogían uno de aquellos amarillentos higos, la Tomillo prorrumpía en horribles blasfemias, y su furor no conocía límites. Muchas veces, el señor alcalde del barrio tuvo que apaciguar hondas querellas entre los vecinos, y la época de la madurez de los higos era tan notada como un principio de guerra civil. ¡Y lo que pueden las malas pasiones, queridos míos!- añadió la narradora: - afirman que la María, en un acto de cólera, al saber que Toñuelo, el hijo del sacristán, que marchó de arcabunero a los tercios reales, le había cogido lo más preciado del fruto, ofreció su alma al diablo con tal de que hechizara el árbol, y nadie pudiese saciar en él sus apetitos.


Arcabucero


-¡Qué horror! - exclamaron todos con espanto.

-Pues no paró en eso – continuo la Salvadora- Lucifer debió escuchar las suplicas de la mala hembra, pues desde entonces la higuera, cuya frondosidad aumentaba cubriendo la fresca cisterna, no se vio privada de ninguno de sus retoños, pues si algún rapazuelo cogía el más blando y amarillento higo, lo arrojaba al saborearlo, como si hubiese probado el rejalgar. Y la Tomillo, en vez de enfurecerse como antes, se reía irónicamente e invitaba a los aficionados, que huían presurosos del ya no envidiado festín. Y es más: hasta la sombra de la higuera encantada producía tan malos efectos, que quien se guarecía en ella, adquiría una enfermedad desconocida; y quien la contemplaba, divisaba en su penumbra trasgos y fantasmas que flotaban en confuso remolino.

Se sucedían las estaciones; el fruto se conservaba íntegro, y la dueña, cada vez más fosca y horrible, pasaba horas enteras admirándolo. Murió, como sabéis, hace un año, en aquella noche medrosa en que el viento hizo voltear por sí sólo las campanas de nuestra parroquia; y por más que se le haya querido echar tierra al asunto, el cuerpo de la desventurada María voló al ser conducida al cementerio.


Interior del Aljibe


- Por eso dicen que aparece en el huerto; por eso no se puede asomar ninguna a sus ventanas apenas la noche se apodera de estos contornos – añadió una colorada mozuela, que como una estatua había estando escuchando a la narradora. - A eso voy, Ritilla – replicó aquélla;- y ahora entra lo más grave de este espinoso asunto. Bien os consta que, armada de mi escapulario, no temo a los ángeles caídos, y que mi curiosidad también es de las que necesitan satisfacerse. -Ahí llaman, - interrumpió el soldado, que al principio se manifestara tan incrédulo. La mirada que le arrojó el auditorio fue tan significativa, que calló, y la anciana prosiguió diciendo: - Hace tres noches, me propuse averiguar la verdadera causa de los rugidos y lamentos que se oían sobre el aljibe. Eran las doce; me asomé a la ventana que domina el huerto, y cuando terminaron las últimas campanadas de la Vela, una sombra de mujer, parecida a la Tomillo, brotó, por decirlo así, de la boca de la cisterna, y, columpiándose en el aire, dando agudos chillidos, empezó a dar vueltas, de un modo que mareaba, al rededor de la higuera, que como por encanto se cubría de sazonado fruto. A poco, otras sombras fueron apareciendo; después otras, todas leves, vaporosas con rostro humano, y semejanzas a ya difuntos moradores de este barrio, que, formando círculo con el árbol, alargaban sus brazos a recoger las dadivas de la poseedora de la heredad. Redoblé mi cuidado, y aquellos presentes eran magníficos: unos higos eran de oro, otros de piedras preciosas y los más diminutos con que brindaba a las sombras más pequeñuelas, deberían ser de dulce, según el ansia con que los acogían los más afortunados. Después, cuando todos parecían satisfechos, la sombra primera empezó un monótono canto, y sus compañeras bailaban girando en torno del encantado árbol, primero pausada, luego conuna rapidez desconocida. Y así continuaron su locura hasta los primeros albores de la mañana, en que la sombra de la Tomillo se convirtió de repente en una espantosa lechuza, que, dando un aterrador graznido, se hundió en el aljibe mientras las restantes sombras, transformándose en feos pajarracos de agudo pico, embestían al árbol, que semejaba lanzar hondos gemidos, desapareciendo luego por el mismo sitio que su funesta precursora. Yo cerré la ventana medio muerta de susto, y ahí tenéis explicado el ruido que se escucha por las noches, y las visiones que la que deja la luz encendida contempla a traves de los agujeros de su vivienda, para perder la dulce tranquilidad del sueño. Calló la tía Salvadora; los concurrentes se marcharon medrosos a pesar del sol, y únicamente el aprendiz de soldado guiñó a tres de sus camaradas, y se dirigieron presurosos a la taberna. IV La noche del día en que se verificó la narración al aire libre, como a las once y media de la misma, cuatro bultos se dirigían a la estrecha calleja que desde las Cuestecittas conduce a la placeta del Aljibe. Ni luna ni estrellas se divisaban en la celeste bóveda, pues nubes opacas cubrían el espacio, y ningún ruido turbaba el silencio en aquel medroso contorno. Colocados enfrente de la boca del acueducto los cuatro bultos, que eran Antón el soldado y sus tres camaradas, con paso no muy seguro entornaron la espesa celosía que resguardaba el agujero, poniendo una enorme tranca apoyada en la tierra como para doble seguridad. - Ahora veremos por dónde sale la Tomillo y quién es el guapo que pone en consternación al vecindario – dijo el soldado hablando quedo a sus compañeros; - al menor golpe que sintamos, manos a las espadas, y hagamos el conjunto con tajos y reverses. - Conformes, Antón – contestó el de más edad;- pero fortalezcamos el estómago con una docena de tragos, que es una receta de gran valía contra los espantos. - Pero es señal de poco valor- le dijo otro de los jayanes, que se apoyaba en una descomunal espada. - Ya veremos cuando llegue la ocasión, señor guapo – le contestó el primero, - aunque la noche se pone tan oscura que no se verá el color de tu rostro. - Silencio – replicó Antón ; - pongámonos en esta esquina, que se acerca el momento. Las tinieblas se aumentaban por grados; un tenue rumor empezó a dejarse oir dentro del aljibe; y al extinguirse el eco de una campanada de la iglesia cercana, un golpe duro resonó en la celosía. -¿Qué suena? - se preguntaban temblando los ya acobardados mancebos. ¿No decías, Antón, que era mentira lo que se cuenta, ó nos lías traído a que nos lleven las brujas ? No estaba más tranquilo Antón; y sin responderles nada les ofreció la bota, de la que sorbieron un crecido trago. A los dos minutos, otro golpe más fuerte se hizo oír; apareció una luz pequeña, pero brillante, y una mano de esqueleto se filtró, por decirlo así, por entre los claros de la madera; quitó la tranca, y prolongándose de un modo horrible aquel huesudo brazo, llegó al esquinazo en donde estaban muertos de miedo los cuatro valentones, y les sacudió la más tremenda paliza que se pueda imaginar. Al menos así lo contaban al día siguiente al maese barbero que fue a gobernarles los desperfectos de las espaldas, por más que algunos maliciosos suponían que aquellos cardenales y chichones eran producidos por las caídas que dieron a impulsos del temor y de los vapores del mosto, en la desenfrenada carrera que tuvo por término el empedrado de la Plaza Larga. V Corrieron los tiempos; la Iglesia tomó cartas en el negocio; se exorcizó la finca, que, al pasar a distinto poseedor, cortó y deshizo el arbolado, y se prohibió, bajo pena de excomunión, hablar de aquellos maleficios; pero la Salvadora, con sus gestos, insistía en sus afirmaciones, y la tradición pasó como moneda corriente entre el vulgo, que, al mirar anualmente retoñar la siempre en balde arrancada higuera, decían en voz baja: -Por mucho que trabajen, el alma condenada de María Tomillo estará dando sus encantados frutos hasta la consumación de los siglos. 





                                                         VI


  Nosotros no podemos salir garantes de la verdad de este cuento; pero el incrédulo lector puede subir al sitio indicado, y en una limpia placeta, formada por las tapias de los huertos que la rodean, en el frente principal, descubrirán un fresco receptáculo de clarísima agua, con su medio punto árabe, su losa de piedra de Sierra Elvira, que desde tiempo inmemorial es conocido con el gráfico nombre de Aljibe de la vieja, donde aun hoy mismo las jóvenes despreocupadas van con sus relucientes cántaros a las altas horas de la noche a esperar se presente la sombra que refiere la tradición, repartiendo sus higos de oro.  

 Así termina esta leyenda contada por Antonio Joaquín Afán de Ribera en el libro Tradiciones, leyendas y cuentos granadinos, publicado al menos en la edición consultada en el año 1885. Por el texto leído encontramos varios lugares y topónimos fácilmente identificables, por supuesto el primero y el que da nombre a esta leyenda, el del Aljibe de la Vieja, que aún sigue en pie, con su portada de ladrillo, su arco musulmán y su piedra de Sierra Elvira, la plaza del Mentidero o Plaza Larga, son otros lugares que aún a fecha de hoy conservan idénticos nombres, respecto a la Iglesia mencionada, cabe esperar que se refiera a la de San Luis, por ser la más cercana a estas calles, si bien pudiera referirse a la del Salvador o San Gregorio y no tanto a Santa Isabel de los Abades, pues la pobre y debido a unas riadas fue demolida pasando su feligresía a la de San Luis. 

Antonio Joaquín Afán de Ribera



    Curioso y mención tiene el teñir de la campana de la Torre de la Vela, con la cual, los campesinos y labriegos de Granada regulaban los riegos de la Vega de Granada.

 Afortunadamente esta leyenda más o menos es conocida, incluso he encontrado una representación teatral realizada por el CEPER Almánjayar Cartuja y cuyas fotos podéis ver en el siguiente enlace.



https://blogsaverroes.juntadeandalucia.es/aulasantaamelia/2019/04/30/el-aljibe-de-la-vieja/










    Ya sólo queda que cojáis el callejero del Albayzín, y entrado por la Plaza del Mentidero, busquéis a la Salvadorica sentada en su poyete de piedra, pero si no está, no tenéis más que avanzar unos metros hasta esa pequeña placetilla dónde se encuentra el aljibe, si bien yo siempre he ido por la mañana, o como mucho al atardecer, lo mismo vosotros tenéis la valentía y osadía de acudir cuando las sombras de la noche se hacen dueñas de la calle.   


Placa Afán de Ribera


BIBLIOGRAFÍA:

Joaquín Afán de Ribera: Tradiciones, leyendas y cuentos del Albaicín 1885. El aljibe de la vieja. 

Hernández Martín, Fco Javier. El aljibe de la Vieja.

lunes, 1 de marzo de 2021

Sendero del Padre Ferrer. Senderismo familiar. Padul.

 

Monolito al Padre Ferrer

Seguimos con nuestros paseos a través de los diferentes senderos homologados que hay en la provincia de Granada, y en esta ocasión nos vamos a la localidad del Padul, si bien sigue estando bajo el epígrafe de “Senderismo familiar”, en esta ocasión, sí recalco desde el primer momento, que para este sendero hay que estar en buena forma física, y acostumbrado a andar y a salir al campo, en caso contrario deberemos abstenernos, pues es una continúa y constante subida hasta nuestro objetivo.


Vistas del Padul



Es un sendero circular, lo cual nos va a permitir partir desde un punto y volver al mismo casi sin repetir itinerario, salvo los primeros y últimos metros del trayecto. Este sendero se inauguró en Octubre del 2011 y sirvió como merecido homenaje al Padre Ferrer hijo predilecto de la villa del Padul, de hecho se le conoce como Sendero Padre Ferrer , circular de la Atalaya. Y está catalogado como PR-A 376, que coincide en parte del recorrido con el sendero de los gudaris el PR-A 400.





El inicio de ruta se sitúa junto a la N-323, pero a mi juicio es un mal punto de salida, otros empiezan directamente desde el mismo centro del Padul, desde el parque de la estación, pero igualmente luego hay que cruzar la N-323. Yo en mi caso, subí con el coche hasta el Polígono del Padul, y cogí la calle que hay junto a la antigua nave de Merkamueble, hasta arriba del todo y antes de que el asfalto termine al llegar a unas naves, me metí por un carril de tierra y aparqué cerca del sendero, al ser un trayecto circular, una vez lo cogemos podemos ir en cualquiera de las dos direcciones. Si bien lo oficial es ir hacia la izquierda, yo tomé el camino de la derecha, el que coincide con el sendero de los gudaris.







Empezamos con un sendero bien marcado, que va dirección a la gigantesca cantera que hay en el Padul, hasta que llegamos a un tramo con escaleras de cemento, barandas y un hermoso mirador, con unas vistas preciosas a la laguna.







Justo en el mirador cogemos el desvío ascendente que hay a la izquierda, y a partir de este momento es todo subida, si se está en forma o acostumbrado a subir no hay ningún problema y fácilmente se llega a la cima. El sendero tiene muchos zig-zag para ir poco a poco salvando la elevada pendiente que tiene. De vez en cuando y en las paradas que vayamos haciendo, podemos ir viendo las magníficas vistas que hay a nuestros pies.







Finalmente llegamos a una especie de cortafuegos, dónde hacia la derecha tenemos el monolito homenaje al Padre Ferrer y a la izquierda tenemos la Cruz de la Atalaya del Padul.






El Padre Ferrer fue un sacerdote jesuita, montañero y gran conocedor de nuestra Sierra con decenas de libros escritos sobre ella, en especial, el gran libro de Sierra Nevada del año 1971. Nació en el Padul el 4 de Diciembre de 1920 y murió en Málaga el 30 de Mayo del 2009.





Ya en la cima y como hemos dicho a la derecha tenemos el monolito en homenaje al Padre Ferrer, y un precioso mirador con bancos y un cartel informativo. Estamos en la Sierra de Manar y las vistas son preciosas.





Si seguimos subiendo un poco hacia arriba, llegamos a la Cruz de la Atalaya del Padul. Desde dónde igualmente las vistas que hay son impresionantes.





Llegados a este punto, seguimos el camino de retorno que no tiene ninguna pérdida, tal y como ascendíamos el camino seguía de frente sin tener que ir ni a derecha (monolito) ni a izquierda (cruz), así que seguimos de frente y nos adentramos en los pinos, hasta que vemos que el sendero sigue a la izquierda, si siguiéramos hacia la derecha, enlazamos con el cortafuegos que nos lleva a la Cruz de la Atalaya.





El camino no tiene pérdida, pues no hay más que seguir el sendero, en un momento dado habrá un pequeño cruce de senderos, pero quedará claramente indicado que debemos coger el desvío hacia la izquierda, así y nuevamente por una senda en zig-zag, descendemos hasta enlazar nuevamente con el punto en el que tomamos el camino. De ahí tan sólo es volver a bajar hasta el coche, o el centro de la localidad del Padul.





Hemos comentado la senda de los gudaris y sin bien es otro recorrido comentar que fueron presos vascos de la guerra civil española y que estaban en la prisión de la Casa Grande de Padul, los que subían por estos caminos y realizaron todo estos senderos a pico y pala con el objetivo de reforestar estos montes.





La distancia del recorrido es de 6,8 kilómetros, con un desnivel de 444 metros y una duración estimada de 2 horas y 40 minutos. Y en el siguiente enlace podéis ver su recorrido.



TRUCK DEL RECORRIDO






jueves, 18 de febrero de 2021

Trincheras de la Guerra Civil. Posición en la Cueva del Gato.

 


Vista parcial de Refugio y Parapeto. 


Esta posición se encuentra en la Sierra de la Alfaguara y junto a una de las rutas de senderismo más clásicas y típicas del entorno, el camino que lleva a la Cueva del Gato. Es una posición que perteneció al bando franquista y que se sitúa en segunda línea de defensa. La numeración otorgada en los mapas es la 241.


Parapeto



La posición está situada justo encima del Río Darro, y a una distancia de unos 900 metros de la siguiente posición del ejército nacional. Construida a lo largo del año 1938 por miembros de la 10ª del Cuerpo de Zapadores y con miembros del 8º Batallón de trabajadores.


Parapeto




Contaba con una línea de teléfono que comunicaba directamente con el Centro de mando ubicado en el antiguo hospital de tuberculosos y con la posición 104. La posición consiste en un largo parapeto de 110 metros de longitud, que se extiende a lo largo del terreno. En el extremo situado al sur se encuentra el refugio contra la artillería fabricado con hormigón armado. En la zona intermedia y en el extremo norte encontramos sendos puestos de tiro.


Refugio Antiartillería






En la retaguardia y a unos 70 metros de la posición, se puede ver otro puesto de tirador. Salvo el refugio el resto de elementos están fabricados con mampostería mezclada con cemento y mortero.


Restos de puesto de tirador



Si bien la posición es muy fácil de localizar, hay que tener muy claro el punto en el que abandonamos el carril de tierra que nos lleva a la Cueva del Gato y descender hacia el río Darro en busca de la posición, un pequeño sendero nos lleva al lugar sin dificultad, pero no hay ninguna indicación, y la Sierra está cruzada de cientos de senderos que llevan a muchos lugares, así que lo mejor es buscar su ubicación en el enlace al mapa de posiciones.


Restos de puesto de tirador

Posiciones de Casa Fuerte. 



Y como siempre puedes ver su ubicación con el número 40 en nuestro MAPA DE POSICIONES DE LA GUERRA CIVIL

martes, 16 de febrero de 2021

Trincheras de la Guerra Civil. Nido de ametralladora en Puerto Lobo. Posición 311

 

Visto desde arriba.



En la búsqueda de trincheras y vestigios de la guerra civil española se dan situaciones curiosas. Por la información que tenía en mis manos y por las fuentes consultadas, todo indicaba que en Puerto Lobo quedaban restos de una posición. Pero claro, Puerto Lobo es una zona muy extensa dónde hay un centro de visitantes, un viejo kiosco-bar, un centro de prevención de incendios, además de ser un lugar muy concurrido dónde se aparcan los coches para multitud de excursiones. Así que en las ocasiones en las que había estado, más o menos había echado un vistazo por todas partes, y casi que tenía la certeza, de que los posibles restos yacían enterrados bajo alguna de las construcciones o de la carretera que hasta allí llegaba. Pero de repente un día y por casualidad en un truck de una ruta de senderismo que tenía como origen y final Puerto Lobo, veo que el waypoint pone “Búnker”, y además con foto, así que sin más preámbulo os voy a hablar de la posición 311, y como dice el dicho si es un lobo ¡¡¡Me come!!!!


Vista frontal



Las tropas franquistas en la defensa de la ciudad de Granada, y en la defensa del frente de guerra, idearon una triple línea, como ya hemos visto algunas otras posiciones de la Sierra de la Alfaguara de Granada, estaban en primera o segunda línea, en esta ocasión esta posición que corresponde a la número 311, se encontraba en tercera línea del frente. De ella tan sólo se conserva un nido de ametralladoras y tal y como me imaginaba el resto de todo el recinto yace bajo los cimientos del Centro de Visitantes de Puerto Lobo.


Vista interior



Desde aquí se controlaba la vieja carretera de Murcia, antes de que existiera la actual A92. El nido de ametralladora es poligonal de hormigón armado, y contaba con línea telefónica que conectaba con Víznar y con la posición T1, más conocida como Trincheras del Maúllo.


Como veis en la foto, se encuentra bajo la casa del Centro de Visitantes, y para acercarse aunque sea para ver algo del interior, hay que hacer un poco de equilibrio por el talud de tierra.





Para verlo no hay nada más que coger la salida de la A92 que pone Huétor Santillán, coger el sentido hacia El Fargue, y luego subir a Puerto Lobo, cuando lleguemos no hay más que fijarse en la línea inferior del Centro de Visitantes y nos quedaremos a cuadros. Hasta desde el Google Maps se puede ver parcialmente el nido de ametralladoras.


La posición desde el Google Maps. 


sábado, 13 de febrero de 2021

Torre de la Luna.

Atalaya de la Luna



En el término municipal de Alhama, cerca del Ventas de Zafarraya y su boquete, encontramos los restos de una torre atalaya de época nazarí.





Se encuentra en una pequeña elevación llamada Cerro Testigo que hay junto a la Cortijada de Valdeiglesias, al pie de la Carretera que une Alhama de Granada con Ventas de Zafarraya.





Tiene forma cilíndrica y una planta circular, se conserva una altura de 5,50 metros, aunque estas torres bien podían llegar a duplicar esa altura, estando el resto completamente esparcido por todos los alrededores del lugar. Como la gran mayoría de estas torres, está construida con mampostería de piedras de mediano tamaño, combinándolas también con otras piezas de mayor o menor tamaño. El diámetro de la atalaya es de 5,70 metros.


Vistas desde la Torre. 



El estado de conservación es muy malo, y tampoco goza de un buen acceso a la misma debiendo subir prácticamente monte a través para llegar a ella.





Su función era la de controlar el paso que desde Málaga había al interior de la provincia de Granada a través del boquete, especialmente en la lucha contra las rafias cristianas, apoyándose en otras torres, como la de la Solana, Buenavista o la del Salar. Finalmente Alhama de Granada cayó en el año 1482, pasando estas torres a ser controladas por los Reyes Católicos, y supuso el fin del Reino de Granada que capituló el 2 de Enero de 1492.


Llegar es muy fácil, pues tan sólo hay que llegar hasta la cortijada de Valdeiglesias en los llanos de Zafarraya y de ahí tan sólo subir la pequeña elevación que queda por encima de la cortijada, dónde encontramos la torre. 

Trincheras de la Guerra Civil. Posición del Cerro de la Batería.

 


El Cerro de La Batería, es una pequeña elevación que se encuentra junto al embalse del Cubillas y en el que encontramos algunas posiciones de la Guerra Civil Española. Cabe decir a todo aquél que no sea de Granada, que el embalse del Cubillas se construyó en el año 1956 por lo que todo este entorno difiere mucho al que hubo durante la contienda entre los años 1936-1939, incluso hay documentación que demuestra que algunas posiciones yacen en el fondo del pantano, junto al recorrido de antiguas carreteras y un puente de época medieval. A este enclave hundido se le conocía como “Cuesta de las Cabezas”.


Carteles alusivos a "Rutas inexistentes". 



En la posición podemos encontrar dos elementos claramente diferenciados, en primer lugar una gran línea de trincheras excavadas en la tierra y de gran profundidad, pues pese a los 80 años transcurridos podemos ver los diferentes desniveles y escalones en el terreno. Quizás sea la parte que se encuentra en peor estado, ha quedado como una isleta entre pinos y todas las tierras agrícolas que rodean el entorno.


Parte de trinchera con restos de un pequeño parapeto



Por otra parte desde esa línea de trincheras, se accede al segundo elemento que se encuentran en perfecto estado, el búnker contra la artillería, desgraciadamente no se puede acceder a su interior pues la entrada está colmatada de tierra, sin embargo ha quedado a pie de carretera por lo que podemos verlo sin dificultad, hasta sin tener que bajarnos de nuestro vehículo.





Esta posición que en un primer momento estuvo en manos de la República, rápidamente fue conquistada por las tropas franquistas, y formaba parte de la línea defensiva del cerco a Granada.


Otra cuestión que personalmente me llama la atención es la toponimia del cerro, si se le llama de la Batería, hemos de entender que aquí hubo una pieza de artillería, sin embargo no he encontrado nada al respecto de momento.


Pantano del Cubillas desde la posición. 



Para llegar a esta posición es de lo más fácil que hay, cogemos la A44 dirección Jaén, y nos salimos en la salida 116, tomando dirección al Pantano del Cubillas, y de ahí cogemos a nuestra derecha la GR-300 que pasa junto al pantano, a pie de carretera y junto a la zona de pinos encontramos el búnker, ya es dejar aparcado nuestro vehículo y desde esa posición y subiendo el cerro, podemos seguir toda la línea de trincheras.


Entrada al Búnker colmatada de Tierra. 



Y como siempre podéis ver su ubicación con el número 37 y 38 en nuestro MAPA DE POSICIONES DE LA GUERRA CIVIL .