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martes, 22 de septiembre de 2020

Ocurrió en Granada. El alcalde Carbonero.

 

El alcalde Carbonero en el c añón de encina (recreación)


En el año 1810 las tropas Napoleónicas entraron en Granada y se extendieron rápidamente por toda la Provincia, sin apenas resistencia por parte de la población local. A continuación vamos a relatar uno de los episodios más singulares ocurridos en nuestra provincia, concretamente en la localidad de La Peza y que gracias al escritor accitano Pedro Antonio de Alarcón, ha llegado hasta nuestros días. Esta es la historia de “El Alcalde Carbonero”.


Pedro Antonio de Alarcón



1810 y las tropas francesas ya están bien situadas en la comarca de Guadix, sin embargo surge un contratiempo, el matadero de Guadix tiene que cerrar por falta de reses, no hay ovejas, ni cerdos ni vacas, todo ello es debido a la voracidad con la que las tropas francesas devoran los alimentos. Urge buscar una solución que no tarda mucho en llegar en forma de orden. Quedan muchos pueblos en la comarca sin conquistar, así que las tropas irán hacia ellos y traerán todo el alimento que encuentren. Hacia Gor, el Zenete, la falda de la Sierra y los cuatro puntos cardinales salen columnas de soldados en busca de alimento.


Es 15 de Abril de 1810 y entre todos esos destinos hay uno que destaca por el carácter indómito de sus habitantes, La Peza, un lugar que ya tuvo en el pasado un papel muy importante en la rebelión de los moriscos y cuyas ruinas de su antiguo castillejo corona la villa.


Habitantes de La Peza en la cantina



Las calles y avenidas de la villa están cortadas por muros de troncos de encina cortados y otros árboles, el pueblo está lleno de leñadores y carboneros, pero lo que más llama la atención es un gran cañón realizado en el tronco de una gran encina, ahuecado a fuego, reforzado por cuerdas y alambres y en cuyo interior hay gran cantidad de pólvora, rocas, y trozos de hierro. Además el pueblo bien armado con no más de doce escopetas, pero un número infinito de piedras de todos los calibres, hondas para lanzarlas, garrotes, palos, hachas cuchillos y navajas.


Manuel Atienza. Alcalde carbonero (recreación)



Y por su puesto el ejército de lapezeños compuesto por unos 200 hombres al frente del cual se erige D. Manuel Atienza, su Sr. Alcalde, de entre 45 y 50 años de edad, alto y fuerte y carbonero de profesión. Vestido con alpargatas de piel de toro, tomiza y parella, medias de lana, calzón corto oscuro, chaqueta de igual color, y chaleco celeste de raso, todo ello coronado por un inmenso sombrero.


Malas noticias se ciernen sobre la Peza. 





El alcalde manda a Jacinto que era alguacil a por un tambor y perpetrado con la vara de mando de la alcaldía y con y con una larga espada y una pistola manda formar a la población, todo es algarabía y gritos ¡¡¡Viva el Sr. Alcalde!!! a lo que Atienza replica :

- ¡Qué alcalde y qué cuerno¡, ¡Viva Dios!, ¡Viva laPeza! ¡Viva la independencia española!


El pueblo preparado

El alcalde dando consignas al pueblo. 




Y manda al pregonero anunciar una proclama en la que insta los lapezeños a luchar contra los franceses, a defender su tierra y a morir como lo hicieron los españoles del 2 de Mayo.


Todos se dirigen a sus puestos, unos a la fortaleza de madera hecha con los troncos de encina, otros a lo alto del cañón, los hábiles con la honda a lo alto de la alcazaba morisca, los escopeteros camino de Guadix y Manuel Atienza dominando todo junto a Jacinto y su tambor.


Todos a la lucha. 



El cura bendice a todos los vecinos y ayuda a preparar vendajes, las mujeres rezan en la Iglesia y los niños se han refugiado todos en lo más alto de las cumbres de Sierra Nevada.


Iglesia de La Peza. 

El cura bendice. 


A las tres de la tarde una polvareda en el camino de Guadix anuncia la llegada de las tropas francesas a la localidad de La Peza. Se escuchan los primeros escopetazos que poco a poco se van acercando hacia el pueblo. Banderas negras ondean en la Peza.


Tropas francesas en las afueras de La Peza. 



200 soldados se aproximan al pueblo, las fuerzas en número están igualadas aunque no en calidad, ruines hombres de campo contra un ejército preparado y bien armado que cuenta además con caballería. Manuel Atienza, no teme a nada, no ve inferioridad, las primeras piedras alcanzan a las tropas francesas que paran en su avance y hacen una primera descarga de fuego que acaba con la vida de cinco vecinos.


Empiezan los disparos y el enfrentamiento. 




Los franceses avanzan y Manuel pide a todos que aguarden que tienen poca polvora y que el cañón será lo último que se use. Nueva descarga de tiros por parte de los franceses, en esta ocasión, los lapezeños se tiran al suelo y no hay víctimas, todos los tiros se estrellan contra los troncos apilados.


Escenas de la Batalla. 





La distancia es ya mínima y la caballería avanza, en ese momento el Alcalde da la orden, la tragedia ya no tiene remedio ambos bandos disparan sus armas a bocajarro, mientras la caballería entre un mar de piedras llega a la empalizada degollando a cuantos encuentran a su paso, hasta que un estruendo resuena en todo el lugar, el cañón preparado como último recurso, ha estallado, no ha resistido la fuerza de la pólvora introducida en su interior y ha expulsado la metralla en todas direcciones, sin diferenciar entre español o francés.


Cañón de tronco de encina tomado por los franceses. 



Los franceses se repliegan y entre la humareda sobresale la voz del Alcalde Carbonero que anima a los suyos, poco sabe él, que la explosión del cañón, ha hecho más daño en sus tropas que en la de los invasores, pero estos últimos no saben de las fuerzas del enemigo y huyen despavoridos hacia Guadix, a donde llegan a la ocho de la noche, apedreados, heridos y humillados.


Los franceses dentro del pueblo. 



La historia obviamente no podía acabar así, herido el orgullo patrio, el General Godinot a los cuatro días mandó a 2400 hombres armados y preparados para la conquista de una gran plaza. Pero cuando llegan La Peza está abandonada, no queda nadie ni en sus calles ni en sus plazas y los lobos pasean por ellas como si nunca hubiera vivido alguien, tan sólo algunas mujeres han bajado para dar una vuelta a sus hogares y rezar en la iglesia, allí están confinadas en la divina protección y en el respeto del ejercito francés, sin embargo nada más lejos de la realidad, son mancilladas y ultrajadas en su virtud y honor.


Los hombres bajan de la Sierra y ofrecen combate a los franceses, pero tal y como hacían los árabes en tiempo de la ocupación se repliegan hacia la Sierra y empieza un encarnizado combate, por cada español caen diez franceses, pero la diferencia numérica es superior y poco a poco los 90 hombres que sobrevivieron caen ante el empuje francés. Tan sólo queda Manuel Atienza, acorralado por franceses en lo alto de una peña herido, con sangre por todas partes y un trabuco con el que intenta defenderse, las balas silbando a su alrededor, pega un último tiro y le responde al oficial francés “- ¿Yo no me rindo!, ¡Yo soy la villa de La peza que muere antes de entregarse¡ rompiendo su bastón de mando y arrojándose por la peña.


La Peza es de los franceses y Godinot pregunta que cuantos prisioneros hay para hacerlos ahorcar públicamente y dar un escarmiento, más sólo dos hay un viejo anciano y un niño. Heroicos han sido los habitantes de la Peza, cual espartanos.


Hoy en día La Peza recrea este acontecimiento con una recreación, que año tras año gana adeptos, el pueblo entero retrocede hasta el año 1810 y nuevamente se produce la lucha entre sus vecinos y las tropas francesas.


El pueblo entero se engalana para dicha efeméride, se recrean rincones de época y no hay vecino que no vaya ataviado como a principios del siglo XIX, somos los visitantes los que damos la nota con nuestros vaqueros y polos.


El espectáculo empieza sobre las 19:30, vemos la plaza del pueblo, la escuela, el barbero, la cantina y todos sus habitantes, es un día apacible hasta que llegan las noticias de Guadix, los franceses vienen a La Peza. A partir de aquí los hechos transcurren como los relatados, las armas, la preparación del pueblo la bendición del cura y la espera de las tropas francesas junto al gran cañón de encina.


Carpinteros

Esceula

Barbero. 



La acción se traslada desde la plaza del pueblo hasta las afueras de La Peza en el camino a Guadix, dónde tienen lugar los enfrentamientos entre las tropas francesas y el pueblo de la Peza. El desenlace no es el deseado, especialmente cuando ese gran Cañón estalla en mil pedazos.


Gentes de La Peza. 




Al parecer Pedro Antonio de Alarcón, pudo conocer a testigos de esta historia a mediados de los años 50 del siglo XIX, no hay indicios históricos ni pruebas de que ello así ocurriera por eso a veces esta historia navega en el barco de las leyendas.


Otro de los puntos objeto de controversia es el lugar por el que Manuel Atienza pudo arrojarse, unos dicen que en el Tajo de Bernite y otros que en el Tajo de Barruecos, incluso se discute si realmente Manuel Atienza fuera alcalde de la Peza y no fuera más que un vecino con algo más de valentía y heroísmo.

La recreación tiene lugar el último fin de semana de Agosto, y es toda una experiencia y fiesta que desde aquí aconsejo, eso sí, si se es muy sensible a los petardos recomiendo en la segunda parte mantenerse alejado del espectáculo, pues los tiros de los franceses y los trabucos de los españoles, son muy estridentes y casi que pueden reventar los tímpanos sino tenemos cuidado.





HORARIO: Ultimo fin de Semana de Agosto sobre las 19:30 horas.

PRECIO: Gratis.

VISITA PARA GRANADINOS: Una fiesta que poco a poco va ganando peso y se ha hecho una imprescindible en el verano granadino con una cobertura de medios excepcional.

COMO LLEGAR: Para ir a la Peza hay que coger la A92 dirección Guadix, y coger el desvío que indica hacia La Peza, se tiene que aparcar en las afueras, sin ningún tipo de problema y dar un pequeño paseo hacia la plaza del pueblo, conviene llegar pronto para poder coger buen sitio.



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