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Expulsión de los Moriscos de Granada. |
Hoy vengo a hablaros de
un curioso personaje que hubo en Granada, y que fue recordado porque
durante siglos, su cabeza, y escribo bien su cabeza estuvo expuesta
sobre una columna a orillas del río Genil, pero no empecemos la
historia por el final, y vayamos paso a paso para contar un poco del
padre Piquiñote.
A la rendición de
Granada en el año 1492 se habían firmado unas capitulaciones por
las cuales se otorgaban concesiones a los musulmanes que quedaron en
territorio español. El culto religioso, el uso de costumbres, lengua
y vestimentas entre otros.
Sin embargo poco a poco
ese ambiente de tolerancia se iba corrompiendo, creándose una tensa
situación que alcanzó su cenit con la llegada del Cardenal
Cisneros, el cual poco a poco fue cercenando los privilegios de los
moriscos creando un ambiente hostil que reventó con la sublevación
de los Moriscos en las Alpujarras de Granada.
La rebelión de los
Moriscos fue un hecho acaecido en la Navidad de 1568 la primera
población en levantarse fue Beznar en el Valle de Lecrín, y de ahí
se extendió principalmente por la Alpujarra, donde fueron
encabezadas por el nuevo rey musulmán “Aben Humeya”.
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Aben- Humeya |
Pero mucho antes de estos
acontecimientos había sido visto en Granada un extraño individuo
que inspiraba respeto al verle, vestía con un saco de jerga, con una
capucha de la misma tela y ceñido por una cuerda de esparto,
ayudándose en su caminar de un báculo. Era alto, delgado,
macilento, de frente ancha y despejada, surcada de arrugas, de nariz
aguileña, y larga barba negra hasta el pecho, mantenía sus ojos
ligeramente inclinados y su boca descubría una doble hilada de
blancos dientes. Nada se sabía de él, pero aunque iba vestido como
un anacoreta del desierto, sus rasgos hacían pensar que en más de
una ocasión había cogido la espada en noble lucha.
Vivía en una cueva en el
barranco de Peña Quebrada en el Sacromonte y pedía limosna para
repartirla entre los infelices ya fueran moriscos o cristianos. Así
era este sujeto al que todos conocían como Padre Piquiñote.
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Vista parcial del Sacromonte. |
De vez en cuando se
ausentaba y al regreso de una de sus ausencias, vino escaso de
limosna, las cuales repartía entre Cristianos con generosidad,
mientras que a los Moriscos tan sólo alcanzaba a decirles “Dios
socorrerá la mayor necesidad” y convocarlos a una extraña reunión
en el Aljibe de la Lluvia.
El Aljibe de la lluvia se
encuentra en lo que hoy conocemos como Llano de la Perdiz, y es una
vieja estructura del sistema de canalizaciones y aguas que abastecían
a las almunias que había junto a la Alhambra con el agua de la
Acequia Real.
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Silla del Moro. |
Llegada la noche, cientos
de sombras acudían a las inmediaciones del Castillo de Santa Elena,
hoy conocido como Silla del Moro a la llamada de la reunión. La
rebelión estaba en marcha, una voz se alzó por encima de todas y
proclamó que había llegado la hora de levantarse contra el yugo
cristiano, las noticias que llegaban desde la Alpujarra y desde
Almería eran alentadoras, además en África esperaban 45000 hombres
para cruzar el estrecho y unirse a la lucha. Aben Humeya había sido
proclamado rey con gran ceremonia en la cual se le había vestido de
púrpura y puesto una corona de plata.
Mañana sería el día
elegido, había que caer sobre la Chancillería, sobre el Albaicín y
por último sobre la fortaleza de la Alhambra, el golpe sería mortal
y una vez eliminados el Marqués de Mondéjar, Deza y Cisneros se
enarbolaría el estandarte del profeta en todo lo alto de la Torre de
la Vela.
Alguien preguntó ¿Y
quién eres tú¿.- Tú que presagias el triunfo, que nos llamas a la
batalla y a la venganza.
El aludido se acercó a
una de las lámparas que había y dijo miradme bien ¿Es que no me
conocéis?.
¡¡¡El Padre
Piquiñote¡¡¡¡ , exclamaron todos.
Nó, Mohamad-Ben-Agib,
alguacil mayor del reino , y Gobernador de Granada.
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A la derecha. Cisneros |
Pero algo no previsto
acaeció a la mañana siguiente, un morisco pugnaba por acercarse al
Marqués de Mondéjar en la plaza de los aljibes, justo cuando
emprendía marcha a las Alpujarras.
El morisco contó con
pelos y señales la conspiración que cernía sobre la ciudad y que
empezaría esa misma noche. Como él, el Presidente y el Inquisidor
eran los principales objetivos. El marqués recompensó al morisco y
como nada hubiera sucedido salió por la puerta del Pescado dirección
a Alhendín, pero al llegar allí paró la marcha y mandó emisario a
Granada, comunicando los planes de los que había tenido conocimiento
y avisando de su regreso para esa misma noche.
Así estando los moriscos
aguardando la señal y hora para salir a la pelea, las calles y
plazas de la ciudad de iluminaron con hogueras y luminarias, y en el
aire se elevó el sonido de los atambores y trompetas que anunciaban
la entrada del Marqués y de sus tropas. Poco a poco se fueron
haciendo con los principales conjurados y sublevados.
El padre Piquiñote fue
apresado en su cueva del Sacromonte y llevado a las cárceles de la
Inquisición en la antigua Medina de Granada, junto a la calle
Elvira. A la mañana siguiente cuando algunos aún creían ver ondear
el estandarte musulmán en lo alto de la Torre de la Vela, vieron con
asombro que aquello que había era la cabeza del Padre Piquiñote
clavada en una escarpia. Posteriormente la cabeza fue llevada y
expuesta junto a las las orillas del río Genil, en lo que eran las
Huertas del Duque de Gor.
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Foto de época de los Escolapios. Junto al río Genil. |
Sobre esas Huertas años
después se levantaría lo que todos hoy en día conocemos como Los
Escolapios. Hasta fines del siglo XVIII, permaneció clavada la
cabeza de Piquiñote en la escarpia a en el lugar indicado junto al
río Genil. Y era costumbre el peregrinar a dicho lugar a contemplar
tan horroroso espectáculo.
Si puede chocar al lector
encontrarse una cabeza, lo cierto es que hay fuentes escritas y más
fiables, que esta historia que hoy cuento a medio camino entre la
leyenda y la historia, que nos hablan de cabezas decapitadas
colocadas en la Puerta de Elvira y en la Puerta Real.
La bibliografía consultada para esta
entrada ha sido:
EL PADRE PIQUIÑOTE. Episodio de la
rebelión de los moriscos en Granada por Luis Montes.
Paseos por Granada y sus contornos. P.
ECHEVERRÍA.